Cuando tengo ganas de llorar...
La otra vez, anteayer, me agarró un ataque de llantos, horrible. De estar tranquila y en paz con el universo, lloré como nunca. Por ese amor que ya no está, por esos kilos que sí, están. Por esos amores que no van a volver. Por los errores que cometí...
Me cansé de preguntarme por qué, por qué, por qué. Dije que no me iba a victimizar, y ahí me tenías, pensando qué cantidad de pastillas serían necesarias para dormir de una vez y para siempre. Es la solución más fácil, pero también es una solución. No hago apología del suicidio, sólo estoy tratando de entender lo que me pasa por la cabeza. Como si de repente, en lo bien que estás, unos insectos de sangres negras se metieran por tu superficie e intentaran sacar lo peor de vos, meterse en tus adentros y dañar todo tu ser.
Y antes estabas tan viva y ahora sólo sos un despojo de la audacia que antes tenías.
Y antes estabas tan viva, y ahora ni siquiera tenés ganas de sonreír.
Y antes estabas tan viva, y hoy estás caminando con la Muerte rozando tus espaldas.
Y antes tenías claridad sobre tu persona, y ahora sos un papel todo rayado con birome azul, en una hora aburrida de gramática.
Y antes eras vos.
Y ahora, no te reconocés. Ni siquiera al espejo.